"Anoche, cuando regresaba de su paseo el señor Alcalde D. Antonio Herrera, acompañado del maquinista de Eguílaz, D. José María González, notó señales evidentes de que en una casa a la entrada de la población se ocupaban en jugar a los prohibidos, y con plausible decisión entró en ella con su acompañante, poniendo en precipitada fuga a los jugadores. Luego recorrió lugares donde el mismo vicio impera, y de todas ahuyentó a los puntos, ordenando la clausura de una casa y anotando los nombres de los dueños de todas ellas para imponerles el oportuno correctivo"
(Publicado en El Censor, 8-6-1892)
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